sábado, 3 de marzo de 2007

Lluvia de Setiembre


Me hallaba tranquilo.
Cavilaba en los recuerdos de mi
primera juventud, mientras a través
del vidrio de la ventana de mi
apacible hogar, las gotas de la
inmadura lluvia luego del crudo
invierno predecesor, golpeteaban.

Recordaba ese tiempo cuando
bajo aquellos gorgoteos adolescentes
jugaba tiernamente.
Porquen en aquellos juegos vivía;
era partícipe de historias mientras
imaginaba caricias
que debajo el abrigo protector de
pinos frondosos sellarían
el amor eterno de dos amantes.

Jugaba como un tímido gorrión,
que feliz desplegaba sus pequeñas
alas para entregarse al alegre
canto que desde mi pecho
nacía.

Jugaba, no olvido que jugaba.
Aun conocía el bello arte
infantil del juego. Tal vez, sea
ese arte el mayor tesoro que perdí.
Me mecía en las antesalas de la
vida, con mis ojos cerrados.
Jugaba, pero permanecía dormido.

En ese momento, detrás del
vidrio, esa infranqueable barrera
que me separa de mis años
infantiles, contemplo como el juego no
se acaba. Abrí la ventana de repente
y millones de gotas limpiaron mi rostro.
Fueron ellas quienes penetraron mi piel
y encendieron el calor de los recuerdos.
Olvidé por un momento la celeridad
del mundo, para volver a ser un
niño.
Mientras se humedecían
mis rasgos de lágrimas y lluvia,
realicé al fin que recuperar
la transparencia del tiempo perdido
es sencillamente descubrir el velo
de una ventana.

Lomas de Zamora, 03 de setiembre de 2006
Valentín Borlazno
Nota: Fotograma extraído de ¨Un Perro Andaluz¨ de Dalí - Buñuel

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