martes, 17 de abril de 2007

La Noche Mas Fría

Trescientas sesenta y cinco noches que espero poder verte. Trescientas sesenta y cinco noches que no te veo, que no te siento, que no te escucho; que mis facultades sensibles no perciben tu presencia por medio de vehículos razonables.

La bolsa carnal y ósea que mi espíritu habita no encuentra su salida. No logra desvancer los yugos insoportables de esta prisión terrenal que lo oprime y desanima. Desea con todas sus fuerzas vencer esas celdas y huir a tu lado, junto a tu compañía.
Será porque las heridas no cierran, y la memoria, esa herramienta mental de tortura y castigo que desmembra las imágenes pasadas, reduciendolas a espinas que se clavan en el arcófago de recuerdos, esperando a ser abierto para diseminar su tóxica hiel y envenenar los restos de paz mental que aun restan en mi. La eterna herida, el eterno dolor de haberte negado mi despedida por hipócrita cobardía.

Trescientas sesenta y cinco noches que sueño con no volver a soñar, que sueño en sueños deshacer mi cuerpo y convertirme en un universo energético donde pueda volver a tenerte a mi lado...

Un año sin vos, un siglo mas que vivir.

LA NOCHE MAS FRÍA

Gélidos ventarrones que hielan mis
manos y me impiden escribirte.
Gélidos aquellos que congelan ahora
el recuerdo de lo que hemos vivido.

La naturaleza recobró su sensatez extraviada,
y te cubrió con su otoñal manto fresco,
para que bajo él recuperes la
calma que prevaleció a la tormenta final.

El vacío helado que acontece en mi corazón
se proscribe con la calidez de tu amor en tiempos infantiles,
y se subyuga con el alivio gris pálido
de la armónica despedida entre mis brazos.

Mis labios recorren el temor de olvidar tus palabras.
Recorren también, la tenaz impertinencia
de mi cobarde sufrir, que impidió aquella vez
que se acunaran sobre tus entrañables mejillas.

Pero tu inmortalidad se sobrepone a esta
adversidad. Refuerza mi escudo partido y
mi lanza perdida.
Otorgás la fuerza que necesito para volver a luchar.

Tus labradas manos, encandecidas por la fresca calidez
del actual recuerdo, entrelazan sus dedos a los míos,
como en aquellos tiempos de dulces sonrisas y
tiernas caricias que jamás desaparecerán.

Vivir duele, y la vida es sobrellevar constantes
dolores. Vivir duele, mientras haya amor por ofrecer.
Vivir para no olvidar, es entregarte
entero el fruto de la cosecha que Usted sembró.

El tramo final, un lustro penoso y pleno.
Orgullosos quienes a tu lado cabalgamos sobre
la adversidad y que hoy acompañamos la
última marcha en medio de fríos vientos.

Las melosas delicias de naipes y paseos,
fluyen como mares de lágrimas
de angustia y felicidad,
de miradas y de imágenes eternas.

Pero finalmente en una jugada metafísica
te desvaneciste del dolor sin sentido.
Para que el viento de la noche mas fría te alce
y te lleve allí donde estás aguardando nuestro próximo encuentro.

Valentín Borlazno
Lomas de Zamora, 18 de abril de 2007

domingo, 8 de abril de 2007

El Olvido


When the night is cloudy and your eyes are only able to
see throw the glass of gold wine…


Mis ojos te ven mientras te alejás.
Mientras oigo blasfemias. El rocío que
unía nuestras marchas pendió de un
hilo hasta que una gota sórdida, hiriente
resquebrajó el inútil lazo que ataba
todo nuestro ser.

Te esfumás cual humo gris que prende
de mis humillados labios. Aquellos que
supieron desplegar sus armas mortíferas
como tiernas, contra el ser que sus
años desveló.

Esas armas hoy me mutilan. Encienden
su poder contra todo lo que mis sueños
poseyeron. Mutilan mis caricias, las hieren,
las entierran y acaban por destruirme
inútilmente.

Me restan fuerzas en mi. Parece que solo
el resplandor dorado del néctar que
enjuaga mis labios es la única pureza
que me permite amar. El mismo néctar que
me permite olvidar.

Tanta muerte cruzó nuestro amor que ya
no puedo acariciar la copa que contiene
el néctar de mi dolor. Ya que tu
recuerdo solo produce la cura y la conmoción,
allí donde solo se sembró temor.

Mi cuerpo desnudo sufre del frío de la tempestad.
Sufre los cantos alegres de los gorriones.
Las nuevas parodias de las calandrias
asoman tímidas tras el suave resplandor de
la luna nocturna.

Mi cuerpo embebido en sal y azúcar;
la magia de la fantasía tal vez me
deposite en un mundo mágico y de
magos encantados que me hagan amar
la cruz que desprende el sabor amargo
de tanto sufrir.

Valentín Borlazno
Lomas de Zamora, 20 de julio de 2006

lunes, 2 de abril de 2007

Pudiéndose Amar

A LA MEMORIA DE LOS CAÍDOS EN LAS ISLAS MALVINAS...

Este es un texto algo antiguo, pero la razón por la cual siento en lo más profundo de mi corazón que merece ser publicado en este blog, es sencilla.
Cuando lo escribí no era mas que un adolescente de 15 años; la fecha de conmemoración del aniversario de la toma de Malvinas se acercaba, y todos las cosas que sentía necesite plasmarlas en algo.
Fue uno de los primeros textos que escribí en mi vida, y dado que en aquél tiempo estaba menos empapado de la vida adulta, lo considero ¨puro¨ en su esencia. Y esa pureza que con el paso de los días, los meses y los años fui perdiendo, es la que quiero regalar a modo de homenaje a los caídos en las islas durante aquellos meses nefastos de 1982.

Pudiéndose Amar

Sin duda esta es una triste historia,
que no le encuentro un sentido para contar.
Esta quedó grabada en la memoria…
Por la incapacidad de un ebrio de amar.

Pero esta triste historia, no es digna de olvidar,
por ser la sangre de un pueblo derramada,
por algo en que no había razón de luchar.
Muchos de nosotros se fueron, pudiéndose amar.

El dolor quedó marcado a fuego,
en un incendio que bombas y balas encendió;
del cual muchos fueron víctimas,
en la búsqueda de un sueño que por siempre se perdió.

El tiempo jugó con sus propios frutos,
y a los recuerdos redujo
a un simple día de luto,
desdorado su designio sin mayor tapujo.

Muchas cosas se pueden criticar,
pero no existe nada, ni cosa peor,
que permita justificar,
vejar a simples jóvenes,
que enfrentaron en el frío del temor,
batallas solo por la falta de amor.

Nunca existió la victoria,
sobre todo cuando aquí y allá,
muchos chicos quedaron en la memoria.
Un mar de estupideces y de lágrimas,
separan a la verdad, de esta triste historia.
Esos chicos pelearon, pudiéndose amar.

Valentín Borlazno
Lomas de Zamora, 02 de abril de 2003