miércoles, 21 de marzo de 2007

La Belleza del Mundo



¨(…) eres para mí las estrellas, el claro de luna,
el alba, el ocaso y todo lo demás
que amaban los románticos del buen tiempo viejo
y que ya no se usa…¨
(José Zacarías Tallet)

Ha pasado la tormenta y la luna
se despoja desembarazada de su
manto grisáceo y amenazante.
Las estrellas cubren su desnudez regalándole el
brillo argentino que recorre el
Universo, con el mero fin
de concentrarse en un recuerdo.

Ese recuerdo no es más que un paisaje,
esculpido inmortalmente sobre mi retina.
Un paisaje nocturno donde el resplandor
amarillo de la luna me anestesia
de dulzura y, en mi ebriedad, aparece
tu figura, alta y serena, detrás de la
sombra de los pinos.

Corro a buscarte, pero te desvanecés cuando
intento alcanzarte. Melosas ilusiones que mi
mente me jugó para no olvidarte, para que
en la lejanía oiga tu voz y continúe
negando tu ausencia, porque aunque lejos
continúas acariciándome desde mi corazón.

Sobre una roca me senté, al borde del camino.
Nuevamente detrás de la sombra veo tu
sonrisa que brilla aun más con la claridad
de las estrellas. La luna termina por quitarse
su bufanda de nubes, y nacen miles de matices
amarillos sobre su superficie.
Me pierdo en los suaves pliegues de su superficie,
donde solo te veo a vos.

Muchas palabras fluyeron en ese momento.
Todas ellas me hablaron del amor
que vive en vos, y así, humildemente se convirtieron en
el mas hermoso de mis tesoros.
Muchas palabras no dichas duermen en el
largo letargo que es el sueño de tu abrigo,
esperando despertar para dormir finalmente en
tus oídos; para que te hablen siempre de
la luna y el amanecer; para que siempre te
digan que la belleza del mundo descansa
en vos, porque la belleza del mundo
sos vos.

(Más no sea, la belleza de mi pequeño mundo).

Valentín Borlazno
Villa Ventana, 10 de enero de 2007

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