viernes, 16 de marzo de 2007

Fuego Verde

Verde es el mundo en
el que giro, y verde es
la ciudad en donde
nos conocimos.

Verde es el trozo de poesía
que a tus ojos dedico;
el elixir que atenúa
mi locura y el éxtasis
de verte con el
nuevo día.

El manto de los bosques
te regaló su color, y bajo
su follaje renuncio a la
oscuridad de la sucesión
infinita de ladrillos que
habito.

Sobre el lienzo todo se
vuelve verde y dorado, porque
cada diminuto cabello tuyo
lo pinta, lo destiñe y lo
embellece.

Me embriaga con su color y
con su aroma. Destila mis
fantasmas, y la sombra de
mi pluma, que la luz de la
vela refleja, trae consigo
tu figura, tu recuerdo.

Tu ausencia incrementa mi
recuerdo, y cada
noche entre sueños te
descubro.
¡Tierna Capuleto!, cada noche
me pienso al pie de tu
balcón, deseándote dulces sueños
y jurando amor eterno.

De oro recubro mis
vagas esperanzas, y de verde te
pinto en mi lienzo. Pinto
tus pupilas y las firmo con un
beso, que arde con el verde fuego
que desató nuestro primer encuentro.

Esas llamas atesoran estas palabras,
que salvaste del olvido del tiempo,
porque la música de tu voz en
mis oídos, guió con su susurro el
mágico desplazamiento de
mis manos, escribiendo para seguirte soñando.

Valentín Borlazno
Lomas de Zamora, 06 de noviembre de 2006. Dedicada a L. F. B.

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