viernes, 21 de marzo de 2008

Anclas

Las lágrimas son anclas de
la noche, cuando la oscuridad
hubo consumido los últimos
rayos de luz del día.

Son anclas, y perforan cada
centímetro del alma cuando
se asoman a las mejillas.

Las lágrimas son una carga de plomo,
que se derraman a cada paso,
que te impiden volar, que te impiden
seguir en la ruta.

En mi noche cargada de lágrimas,
y de palabras que evocan muerte
y miserias, no puedo deshacerme
de su insoportable peso.

Quisiera huir, escapar, desvanecerme
entre las partículas de oxígeno del
aire, y volar por la atmósfera, lejos del
corpóreo dolor.

Quisiera romper la prisión de carnes
y huesos, y diseminar mi espíritu
en la inmensidad del cielo azul, el mismo
que las lágrimas me impiden ver.

Quisiera huir del odio, de la impotencia.
Quisiera, pero no puedo. La inconsistencia de
la vida me depósito en este tiempo y en este
espacio, aunque yo no lo pedí.

Y sin embargo debo seguir luchando, por
las tiernas presencias que me susurran
al oído y me animan a seguir.

El horizonte perdido, que no se
si lograré hayar…

Valentín Borlazno
Lomas de Zamora, 16 de marzo de 2008

lunes, 17 de marzo de 2008

Timoratas Gotas al Pie del Balcón

El galvanizado caño
oblicuo, desde la pared
escupe sus
timoratas gotas que
impermeabilizan mi cuerpo
desnudo, del frío
viento de la noche.
Me purifica, me seduce,
y yo que tan solo
me dedico a bautizar
seres imaginarios, que la
pluma y el papel
fecundarán para
inmortalizarlos en
los documentos
universales del
desvelo, de
amores y de enamorados
quienes al pie del balcón
claman por despertar a
sus damas que detrás de las
celosías apremian por el
toc toc del ripio
golpeando las puertas de
su jaula de madera.

El vapor se condensa
al rozar
el frío marfil que
aferra mis pies.
Se condensa y siento
el aroma de las madreselvas
bañadas en crema y
manzanas que en su savia
purifican mi cuerpo desnudo.Aquellas madreselvas
con las que
mi poeta enamorado
endulza la vigilia.
Esas diminutas
florcillas color sol,
tan delicadas como
el cuerpo de su
amada; tan dulces
como ella.
Mi poeta. Hijo fiel de
mi pluma y del papel;
suscito para él
un bello final.
Mientras él espera
a su bendición
que lo mira envuelta
en lágrimas, mientras
abre las puertas
de su jaula de madera.

Valentín Borlazno
Lomas de Zamora, 10 de agosto de 2006

sábado, 15 de marzo de 2008

S/T

Muerte.
Comienzo y fin.
Alfa y Omega.
Redención, suplicio, anhelo y amor.

No es un derrumbe, es
el comienzo de una historia.
Es el comienzo de mi historia.
Es mi deseo, es mi esperanza.
Redención, suplicio, anhelo y amor...
Redención, suplicio, anhelo y amor...

Alfa y Omega.
Desesperación y dolor.
Ying y Yang.

Ideales muertos,
historias truncadas.
Viejos amigos,
promesas olvidadas.
Hojas amarillas,
letras intelegibles

Redención, suplicio, anhelo y amor...
Redención, suplicio, ahnelo y amor...

Mi fin, mi comienzo.
Reencuentros.
Oh, ¡como deseo esos reencuentros!

Valentín Borlazno
Lomas de Zamora, 15 de marzo de 2008

jueves, 6 de marzo de 2008

Relato del Amor Frustrado

Prometo traerles textos nuevos en breve.
V.B.

Cuando las luces del alba comienzan a brillar,
en una noche de mil y un destinos inacabados.
Cuando los rayos matutinos corrompen la atmósfera
mortecina con la calidez ingrata del rosado nuevo día,
ellos se reflejan en las diáfanas lágrimas que en mi rostro asomaron.

Gota tras gota fluyeron mares de lascivias
embriagadoras… Y yo, un abúlico ser desamparado
me entrego a ese mundo irreal, de cariños eternos
y profundos desencuentros, en aquel burdo bodorrio que Baco preparó: la orgía final de mi somnolencia.

Olvidado, esa insaciable necesidad de construir universos
de cristal se derrumba con el vuelo de las horas.
El Lucifer de mis noches de caricias y desvelos aturde
mi paz con su inquina maldad, y me
despoja de mis castillos con su inmaterial susurro.

Su mirada inocente, su inmerecida belleza destroza
con cada mero parpadeo, lo que queda de mí.
Me aborda la insania de buscarla, de estrecharla en brazos,
más no sea por un mágico instante de felicidad inmunda.
Pero la llama de su panegírico mentir me aleja de ese momento.

Ya no queda más que su pretérito recuerdo. De sus mentiras
que como espinas se clavaron en mi paniaguada existencia.
Me aborda el sabor amargo de la soledad en un nuevo
día donde el sol comienza a brillar, aunque los ríos de gimoteos
pueriles no me permiten su luz, su calor, su primacía otra vez amar.

Valentín Borlazno
Lomas de Zamora, 06 de junio de 2006