Versos tardíos que no condicen con
tu quijotesco título de adelantada,
para que en humilde nobiliario, el siempre
impredecible arribo
de la felicidad.
Versos tardíos que llegaron a cantar
a tu sonrisita desdentada de
abriles y septiembres, como si la angelical
pureza se perdiese en cada año por diente
y diente por año.
Versos tardíos en rima infantil, de bebita
y diminutivos lúdicos: jueguitos que
bajo mi mano se cuelan imaginándote
en mi puerta y el llamado al tío
por caramelos de miel.
Miel de versos tardíos, con tus ojitos
chocolate y tu ser dulce de golosina
que en nombre del amor sin palabras,
me hiciste creer que siempre serás
la más bella poesía
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