domingo, 9 de septiembre de 2007

De la Soledad

Aquí va la segunda poesía que mencioné en la entrada anterior.
Espero que les guste.

Suyo...
V.B.

De la Soledad

Inmesurables bahías espumosas, visitadas por
bravos mares desde llanuras lejanas que
encierran el eco de gritos ahogados por la
profundidad del espacio azul.

Grilletes que no aprisionan mas que al vacío,
a la insaciable soledad que infame
remueve todo a ruinas y a la locura de esperar
el desierto poblado de almas innocuas.

Esa injerencia malversada, que con su mujeril
presentación confabula para hacerse dueña de víctimas
sensibles. Ella quien cruelmente absuelve de dolor a
sus víctimas, los encierra en un misterioso camino de muerte.

Ciega mis ojos, apabulla mi carne.
Mo olvida, pero yo la recuerdo. Despechada me odia por
saber entenderla. Disminuye mis esperanzas y me convierte
en un absurdo ser avergonzado de mis tentaciones.

Baldíos perdidos, recorridos por la pureza que
se desprende de grises nubarrones, que salpican desde
las alturas con su néctar la raíz del árbol perenne,
verdoso, que se aferra, a pesar del soplo aguerrido

de tempestades climáticas, a la vida, a su terruño.
Se despreocupa de los borrascosos tiempos, sin
olvidar el éxtasis de días cálidos, ahuyentados por
las caldeadas inclemencias que lo sumen en una

tenebrosa oscuridad... (¿Quién ha de jactarse con
la voluntad de mil dioses?)... Inestimable este que
sigue cabalmente su destino a pesar del añil
tinte que se le impregnó sobre sus coloridas vestiduras.


Valentín Borlazno
Lomas de Zamora, 14 de mayo de 2006

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